José Liberto López de la Franca, jefe de la Casa del Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón
«Este puesto exige convertirse en la sombra del Infante las 24 horas»
29-JUNIO-2009. CIUDAD REAL
Con su elección hace más de tres meses como jefe de la Casa Real del Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón, el historiador y escritor ciudadrealeño José Liberto López de la Franca ha venido a dar “un soplo de aire fresco a la Casa Borbón Austria”, en sus propias palabras. Eso no le impide reconocer que el puesto, desde el que se encarga de dirigir el gobierno de la Casa, conlleva una enorme responsabilidad y trabajo.
—¿Cómo fue para usted ser nombrado jefe de la Casa Real del Infante de España?
—Había fallecido el anterior jefe de la Casa del Infante, y entonces había que cubrir una vacante en la parte que corresponde dentro de su Consejo Privado; este recogió a las personas que veía más apropiadas, incluyéndome a mí, en una seixena, y luego presentaron al Infante de España una terna; entonces, de la terna, fui elegido yo. El 16 de febrero es cuando a mí me comunican el nombramiento: yo acepto el 28 y tomo posesión el 9 de marzo.
—¿Por qué cree que le eligieron?
—Mi lealtad, eficacia y talento para resolver los problemas y desbloquear situaciones delicadas son las cualidades que ha tenido en cuenta don Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria a la hora de mi ascenso a la jefatura de su Casa.
—¿En qué consisten sus funciones?
—En desempeñar el gobierno de la Casa del Infante. Al jefe de la Casa le corresponde dirigir, y al secretario general ejecutar. Se mantiene una labor de orden y mantenimiento a la figura de don Leandro, y de reconocimiento permanente, más que al Infante, a su padre el Rey don Alfonso XIII. Esto último implica un trabajo de recuperación de material, como fotografías y documentos, que luego se incorpora a la Fundación Alfonso XIII. Asimismo, se lleva a cabo una labor de adecentamiento de la persona del Infante y lo que representa.
—¿Ha sido difícil adaptarse a trabajar para alguien tan importante y con una personalidad tan fuerte como Leandro de Borbón?
—La persona que más peso tiene, a fecha de hoy, con Don Leandro, quien en definitiva le dice “Alteza, esto no conviene” en un momento dado, soy yo. La mayoría de las veces he tenido suerte porque hemos acertado, el 99% de los casos; ahora, hacemos un buen tándem, porque él es una persona, como dijo un día Pepe Bono cuando cenó con él, muy inteligente. Claro, muchas veces es un hombre de carácter, y es, como todos los Borbones, bueno con la memoria, bueno con la fisonomía y bueno con las mujeres; eso nos trae muchísimos dolores de cabeza cuando hay recepciones oficiales.
—Supongo que ser la sombra de Don Leandro tiene que ser muchas veces estresante, y en cualquier caso, de mucha responsabilidad.
—De muchísima. Sobre todo, lo que más me preocupa es la seguridad de él; porque él lleva sus escoltas, pero muchas veces se salta el protocolo, porque a veces quiere salir solo y, en un momento dado no le pueden seguir. Quizás lo que peor llevo es cuando hay que contactar o viajar con la Casa Real; no por la circunstancia concreta, sino por la situación general, porque sí puedo decir siempre que el Rey ha tenido un trato excelente con su tío y conmigo.
—¿Cómo ve usted mismo su cargo?
—Este puesto es tan especial que exigía, y exige, el difícil equilibrio entre no desertar y no aferrarse a él de un modo indefinido. Es en esencia un cargo transicional donde he de crecer humanamente y desde el que seré testigo de acontecimientos trascendentes y de vivencias con personajes de primera fila. Creo que tan importante es llegar a tiempo a un cargo como éste como marcharse digna y oportunamente.
—¿Y cuándo sería oportuna, a su juicio, su marcha?
—En el momento en que la vida de don Leandro se extinga; cuando eso ocurra, se hará el reparto de bienes y todas las cosas, se colocará a Don Leandro en su sitio... y ahí se acabará. Una de las causas por las que el Infante ha tomado una decisión conmigo ha sido el tema de su edad; es un hombre que no tiene complejos, que no tiene miedos, pero una cosa que el Infante ha hablado siempre con mucha naturalidad, y que a mí me ha sobrecogido, es la de su muerte. A él le preocupa dónde va a ser enterrado; eso es, más que nada, uno de los fines últimos por los cuales yo estoy en este lugar.
—¿Y dónde quiere ser enterrado al morir?
—En El Escorial, donde le corresponde por derecho. Tarde o temprano, aunque se niegue la Casa Real, don Leandro ha dado poderes para que los que vivamos o los sucesores, le traslademos al Escorial. Se ha barajado la posibilidad de enterrarle primero en un convento de modo transicional; pero mientras él no haga una renuncia explícita a ello, le asiste el derecho, como hijo de don Alfonso XIII, a ser enterrado en El Escorial, en la parte donde están los infantes de España.
